Todos recordamos a Baby Shark, esa linda y pegadiza canción para niños grabada por la compañía surcoreana Pinkfong. Y aunque es probable que ya no la hayas escuchado en cada esquina a la que vas, Baby Shark se ha convertido en el video más visto en YouTube.
Con 7.040 millones de visitas, Baby Shark ha superado a Despacito, el sencillo de 2017 de las estrellas del pop puertorriqueño Luis Fonsi y Daddy Yankee.
Baby Shark ha reclamado la corona más de cuatro años desde que se subió por primera vez. Producida por la compañía educativa Pinkfong y acompañada de pasos de baile piscine, primero se volvió viral en el sudeste asiático y luego en Estados Unidos y Europa. Alcanzó el número 6 en la lista de singles del Reino Unido y el número 32 en los Estados Unidos.
Pero ¿por qué Baby Shark es tan pegadiza?
Con solo un minuto y 21 segundos de duración, su molesto estribillo “doo-doo-doo-du-du-du-du-du” invita a repeticiones interminables, lo que contribuye a su total récord.
De acuerdo con Beatriz Ilari, profesora asociada de la Escuela de Música Thornton de la Universidad del Sur de California, “la canción tiene una melodía simple que no solo es pegadiza, sino que también es fácil de cantar y memorizar”.
Es decir que, debido a la simplicidad y al vocabulario limitado de la canción, tanto los niños, como los adultos encontramos una relación positiva que nos hace sentir felices.
Los estudios muestran que las melodías pegadizas para niños «pueden provocar un placer intenso» en el sistema dopaminérgico del cerebro, donde están arraigados los sentimientos de placer, satisfacción y recompensa.
De igual manera, Valorie Salimpoor, una consultora neurocientífica que ha realizado investigaciones en el Instituto Neurológico de Montreal sobre cómo y por qué el cerebro humano absorbe la música, ha dicho: «Cuando algo es mejor de lo esperado, se libera dopamina y esto puede conducir a una sensación muy placentera».