La jornada laboral de 8 horas ha logrado cumplir sus primeros 100 años, si bien actualmente muchas personas experimentan día a día los resultados de una lucha que muchos trabajadores vivieron hace años en el Perú, pocos se preguntan como fue esa larga lucha para obtener una jornada laboral justa.
A continuación te compartimos la historia de cómo fue que se llegó a la lucha por una jornada laboral justa para todos los trabajadores del Perú:
Hacia fines del siglo XIX un obrero textil en el Perú trabajaba 16 horas diarias, es por eso que las primeras huelgas del sector nos remiten a 1896, diez años después de los sucesos trágicos de los Mártires de Chicago, en Estados Unidos.
El proceso fue demasiado lento ante la desesperante situación laboral en el Perú. Solo en los primeros años del siglo XX se empezó a elaborar una legislación que reconocía las condiciones de trabajo en el país andino.
Esta historia no hubiese sido controlada de una manera efectiva si antes no se hubiera pensado y analizado bien la situación laboral en el Perú.
Al principio de esta lucha, se buscaba una solución legal a largo plazo, por eso, expertos juristas interesados en el campo laboral trabajaron propuestas y, en algunos casos, las explicaron a los propios obreros.
No fue si no hasta 10 de enero de 1913, que bajo el gobierno de Guillermo Billinghurst, se decretó la jornada laboral de 8 horas diarias para los obreros del Muelle y Dársena del Callao.
¿Quién fue Luis Miró Quesada?
Este legendario personaje fue quien reguló el trabajo de las mujeres en 8 horas y de 6 para los niños, con la llamada «Ley Manzanilla» que en colaboración con el doctor José Matías Manzanilla se elaboró en 1918, en esta ley, también se estableció el día domingo, como día de descanso.
1901: Realizó su tesis de Bachiller en la Facultad de Jurisprudencia (Derecho), de la Universidad de San Marcos abordó el tema “El contrato de trabajo”.
1904: Realizó su tesis de doctorado en San Marcos: “La cuestión obrera en el Perú”, en la Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas
1905: Tesis “Legislación del Trabajo” en la Facultad de Jurisprudencia
1906-1912: Diputado nacional
1916-1918: Alcalde de Lima
1919 año en el que estalló la huelga general
1919 año clave, este fue el año más crítico, donde la situación social y laboral era muy compleja, las paralizaciones de los obrero eran marcadas por anarcosindicalistas y socialistas. En Lima, los panaderos, iniciaron una huelga, le siguieron los tejedores, curtidores, motoristas, transportistas de buses y tranvías, así como los trabajadores de la baja policía.
Hubo incluso un comité «Pro Paro», que funcionó independientemente de los huelguistas, en el cual se buscaba la adhesión de los demás gremios de Lima y Callao. El alcalde de Lima, Manuel Irigoyen, trató de intermediar entre obreros e industriales, proponiendo a los primeros que aceptaran «una jornada de 9 horas», sin embargo, la propuesta fue rechazada.
Las huelgas se expandieron a provincias, las cárceles empezaron a llenarse de obreros que no hallaban ninguna solución. Los ultimátums venían de un lado y otro, entre obreros huelguistas y gerentes de fábricas. La tensión pública era el pan de cada día; hasta que la situación explotó de la peor manera, el lunes 13 de enero de 1919. Comenzó así el paro general.
¿Qué es lo que se exigía en estas huelgas?
“¡Menos horas de trabajo! ¡Más pan! ¡Queremos vivir más!”, eran los lemas de las huestes obreras. Bajo esas proclamas, la huelga general de tejedores y otros gremios continuó el martes 14. El diálogo fracasaba con rotundidad.
El miércoles 15 de enero, al llegarse a un punto extremo del conflicto, el paro general terminó, gracias al decreto que el gobierno del presidente José Pardo firmó, estableciendo obligatoriamente la jornada de 8 horas y un arbitraje en cada caso.
Tras tres días de paro general, bastaron para reconocer los derechos de los trabajadores, se determinaron las 8 horas de horario laboral. Uno de los mediadores entre el Estado y los trabajadores fue el dirigente estudiantil Víctor Raúl Haya de la Torre.
Al llegar a este acuerdo, y oficializarlo en u decreto, también se llegó a un acuerdo para liberar a los trabajadores que estaban encarcelados, de esta manera, después de la liberación de todos los obreros detenidos; los panaderos empezaron a trabajar esa misma noche y los transportadores volvieron a conducir sus ómnibus a los balnearios y sus tranvías urbanos por la ciudad.
Fuente: El Comercio