Un excelente articulo que encontre en Vida Extraordinaria:
“Aquél que es bueno para poner pretextos, rara vez es bueno para algo más” Benjamin Franklin
Los pretextos o excusas a veces nos pueden parecer razones válidas para no hacer algo, pero si no tenemos cuidado, podemos permitir que el hábito de poner excusas no nos deje alcanzar nuestras metas. A menudo aceptamos las excusas como razones por las cuales no podemos hacer lo que nos propusimos, lo que prometimos, o aquéllo que sabemos cambiará nuestras vidas, y en lugar de encontrar alternativas, nos rendimos. Pero si somos honestos con nosotros mismos y tomamos responsabilidad de nuestras elecciones, comenzaremos a notar que ya no ponemos pretextos.
¿Te has fijado que cuando estamos realmente comprometidos con nosotros mismos, con alguien más o con algo, no ponemos excusas? Hay una gran diferencia entre el interés y el compromiso. Cuando estás interesado en hacer algo, lo haces solo cuando las circunstancias te lo permiten. Sin embargo, cuando estás comprometido con algo, no aceptas excusas, solo resultados.
¿Cuál es tu excusa favorita? ¿Cuáles son esas excusas que no te han dejado vivir la vida extraordinaria que tanto deseas? ¿Alguna vez, o muchas, has dicho: “No tengo tiempo”, “Estoy cansado”, “Soy demasiado joven”, “Soy demasiado viejo”, “Yo no nací para eso”, “Nadie me apoya”, “No tengo dinero”? Date cuenta el poder que tienen esas excusas sobre tu destino. La mayoría de los fracasos se derivan del hábito de poner pretextos.
Cuando nos comprometemos con nuestras prioridades, tomamos la responsabilidad de nuestros actos y nos comunicamos honestamente con los demás, no tenemos necesidad de poner pretextos, y tenemos mucha más energía para dedicarla a lo que es realmente importante.
Las excusas pueden parecer explicaciones, pero en realidad son distorsiones de la verdad. Las excusas normalmente culpan a otra persona o circunstancia, como: “Me haces enojar”. “Eres demasiado sensible”. o “Siempre tengo mala suerte”. Estas explicaciones son básicamente excusas para evitar la responsabilidad. Tu voz interior usa esas excusas para justificar tus actos. “Discúlpame por llegar tarde, pero había mucho tráfico”. – “No he tenido tiempo para llamarte” – “No quería herir tus sentimientos” – “No estudié una carrera porque mis padres no me apoyaron”. Estas son excusas, no explicaciones.
El llegar siempre tarde no es causado por el tráfico, es causado porque nunca sales con suficiente tiempo de anticipación. Si una llamada es importante, siempre encontrarás el tiempo para hacerla. La mayoría de las veces la gente evita la confrontación para proteger sus propios sentimientos, no los de los demás. Si en realidad hubieras querido estudiar una carrera, no necesitabas el apoyo de nadie. ¿Estás de acuerdo?
Por otra parte, cuando nos culpamos a nosotro(a)s mismo(a)s, generalmente invocamos una limitación personal: “No soy bueno para las cuentas” o “Tengo mala memoria”, o “Soy una persona indisciplinada”. Con este tipo de excusas, lo que estamos haciendo es limitarnos a nosotro(a)s mismo(a)s.
Otras veces, con nuestras excusas queremos minimizar el impacto de nuestras acciones: “Todo el mundo lo hace” o “¿Por qué te molestas?, no es para tanto”.
Es muy tentador poner excusas. De hecho, es una de las estrategias favoritas de nuestro ego. Las excusas nos sirven para protegernos de enfrentar nuestras fallas o deficiencias. Y también tratan de evitar que los demás noten nuestras limitaciones o defectos. Las excusas son una manera de decir: “En realidad soy una buena persona, pero…”
Al mismo tiempo, las excusas son solamente una solución temporal. Te puedes sentir mejor en el momento, pero a la larga te sentirás insatisfecho contigo mismo. Las excusas no nos sirven para nada. Enfrentar la verdad a veces es difícil,pero nos da la oportunidad de hacernos cargo de las situaciones, de tomar decisiones positivas y de gradualmente eliminar la necesidad de poner excusas.
En lugar de poner excusas, enfrenta el hecho de que te equivocaste. Para cosas menores, no es el fin del mundo, y para problemas mayores, tu excusa no va a revertir la situación de cualquier manera. Las cosas son como son, y lo único que puedes hacer es seguir adelante.
“La persona que realmente quiere hacer algo, siempre encuentra la manera, los demás encuentran excusas”