Hay dos clases de personas en el mundo, las que son felices y las que son desgraciadas.
Las personas felices fijan su atención en lo conveniente de las cosas, en las partes buenas de una conversación, en los platos bien preparados, en un día bien aprovechado, en los detalles más sutiles de la vida y lo disfrutan todo con alegría.
Las personas que son infelices, piensan, hablan, y se quedan siempre con lo negativo.
Si el ser infeliz estuviera arraigado en la naturaleza de las personas, estas serían dignas de compasión, pero como criticar y lamentarse se adquiere por imitación o por decisión propia, la infelicidad va creciendo hasta convertirse en hábito. Porque la felicidad no es un premio, sino una consecuencia y el sufrimiento no es un castigo sino un resultado.
Benjamin Franklin