La historia del Padre Crespi es una de las más enigmáticas jamás contada. Con una civilización desconocida, increíbles artefactos, una enorme cantidad de símbolos escritos en planchas de oro, aún se desconoce el paradero de esta dichosa colección.
El Padre Crespi fue un sacerdote salesiano misionero que vivió en la pequeña ciudad de Cuenca, Ecuador, durante más de 50 años, dedicando su vida al culto y a las obras de caridad.
Era una persona con muchos talentos en los que destaca como educador, botánico, antropólogo, músico e incluso humanista.
En 1927, su vocación misionera lo llevó a vivir al lado de los indígenas ecuatorianos, haciéndose cargo de los indígenas, y consiguiendo el respeto de la tribu Jíbaro. Fue así como la tribu comenzó a considerarlo como un verdadero amigo, y como muestra de gratitud, los indígenas le donaron cientos de piezas arqueológicas que datan de un tiempo desconocido.
El misterioso incendio del Museo de Cuenca
Debido a que consiguió una gran colección de objetos, en 1960 solicitó el permiso del Vaticano para crear un museo en la misión salesiana de Cuenca.
Para Cuenca fue el museo más grande que jamás se haya creado en el Ecuador, por lo menos hasta 1962, cuando un misterioso incendio destruyó por completo la estructura, y la mayoría de los hallazgos se perdieron para siempre.
Sin embargo, Crespi fue capaz de salvar algunas piezas que se escondieron en un lugar que sólo él conocía. Hecho que ha generado bastante intriga a lo largo de los años.
La misteriosa colección de artefactos antiguos del Padre Crespi
Cuando Carlo Crespi murió en abril de 1982, su fantasmagórica colección fue sellada para siempre, y nadie pudo admirarla.
Hasta la fecha, existen muchos rumores sobre el destino de los preciosos artefactos recogidos por el religioso. Se dice que algunos fueron enviados en secreto a Roma, y ocultados en alguna bóveda del Vaticano.
Incluso, muchos arqueólogos han acusado al Padre Crespi de ser un impostor, que hizo pasar planchas de oro por falsificaciones o copias del Medio Oriente.
Pero a pesar de las acusaciones de la arqueológica convencional permanecen las fotografías y numerosos testimonios de muchos estudiosos que demuestran su veracidad.