Hasta hace poco se creía que Júpiter tenía 79 lunas, sin embargo, un nuevo estudio reveló que podrían existir más de 600 lunas irregulares.
Un equipo de astrónomos estudió detenidamente los datos de archivo de 2010 del Telescopio Canadá-Francia-Hawai. En donde Júpiter podría tener hasta 600 lunasencontraron cuatro docenas de pequeñas lunas irregulares.
Con base en dicho estudio, los científicos hicieron un aproximado del número de lunas pequeñas que deberían estar orbitando en Júpiter, llegando al número 600.
Diferencia entre lunas regulares e irregulares
Existen dos categorías de lunas: regulares e irregulares. Mientras que las lunas regulares se forman por acumulación de material en un disco, las irregulares son objetos capturados.
En dicho estudio, el equipo de investigadores encontró una gran cantidad de pequeñas lunas irregulares, objetos capturados por la poderosa gravedad de Júpiter.
Aunque, algunos científicos han especulado durante años que Júpiter tiene una población no descubierta de lunas más pequeñas. Solo que son difíciles de ver.
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¿Cómo realizaron el estudio?
Utilizaron el telescopio Canadá-Francia-Hawai’i en Mauna Kea, instrumento que desempeñó un gran papel en el estudio. Ya que, este telescopio tiene una poderosa cámara digital llamada MegaCam, que les permitió generar imágenes de campo amplio de 340 megapíxeles.
Los científicos encontraron 52 objetos en sus imágenes que identificaron como lunas irregulares. Los objetos tenían magnitudes hasta 25,7, y eso corresponde a objetos con diámetros de aproximadamente 800 metros. De esos 52, siete de los más brillantes eran lunas irregulares ya conocidas. Si bien esas siete son lunas progradas, las otras 45 son muy probablemente lunas retrógradas, lo que significa que orbitan en sentido opuesto a la dirección de rotación de Júpiter.
La confirmación requiere una observación con grandes telescopios terrestres. Teniendo en cuenta los tamaños pequeños y el tiempo que tarda cada luna en completar una órbita.
Sin embargo, en una entrevista con Sky and Telescope, el autor principal, Edward Ashton, dijo que no hay planes de observaciones de seguimiento para confirmar estos hallazgos.
«Sería bueno confirmarlos, pero no hay forma de rastrearlos sin comenzar desde cero», comentó.