Existe un lugar conocido como «La Puerta del infierno», se trata del enorme cráter de Batagaika en Rusia. Aunque este cráter existe desde hace miles de años, recientemente ha llamado la atención por su imparable manera de crecer.
Para los especialistas representa una alarma, pues de acuerdo con el paleoclimatólogo del Instituto Alfred Wegener de Moscú, Thomas Opel, la Puerta del Infierno esta creciendo de manera preocupante, aumentando año con año su tamaño.
Según los expertos, la razón por la que la Puerta del Infierno está creciendo año con año esta relacionada con el calentamiento global y el cambio climático.
Las temperaturas del verano en Siberia son sin precedentes y esto se materializa en el derretimiento de la capa de permafrost, pues el termómetro alcanza hasta 30ºC, temperaturas que no se presentan en la zona.
Exactamente, este enorme cráter se encuentra ubicado en montes Cherski, República de Sajá en Rusia. Se extiende por un kilómetro de largo, con 100 de profundidad y 800 metros de ancho. Se descubrió en la década de los 60’s luego de una tala en el área, lo que causó el hundimiento de la tierra y que apareciera el cráter al que los habitantes bautizaron con ese peculiar nombre aludiendo al inframundo.
De acuerdo a la revista Science, el diámetro de Batagaika ahora está creciendo hacia afuera a aproximadamente 12-14 metros por año, a diferencia de los registros previos al 2016 que apuntaban que estaba creciendo 10 metros por año.
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¿En qué afecta el constante crecimiento de «La Puerta del Infierno»?
Según los expertos, las temperaturas causan que este cráter se vea afectado con el derretimiento del permafrost, lo que a su vez libera metano y otros gases de efecto invernadero, aportando más combustible al aumento acelerado de las temperaturas.
Los habitantes de esa región prefieren evitar pasar por ahí. Sin embargo, cabe mencionar, que no todo es malo. Conforme se va haciendo más grande el cráter, los científicos han descubierto restos de animales y plantas extintos desde la Edad del Hielo; aseguran que se trata de una ventana única al pasado, pues ahí se encuentra un registro detallado de 200 mil años de historia de la Tierra.
El problema en es que el permafrost es una arma de doble filo. Por miles de años, el suelo de esa región ha acumulado enormes cantidades de gases. A medida que se derrite el hielo, más carbono es expuesto a microbios y esos microbios consumen carbón, produciendo no solo dióxido de carbono, sino metano, un potente gas de invernadero.