La peste bubónica o peste negra es una enfermedad «antigua», que causo mucho revuelo durante el siglo XIV. Ha sido una de las pandemias más devastadoras que ha sufrido la humanidad. Se calcula que, en ese tiempo, mato a 25 millones de personas hablando solo de Europa.
Entre el año 1346 y 1347 la peste tuvo su impacto más fuerte, debido a que era un huésped inesperado del cual se desconocía por completo su origen y la manera de tratarla. Afecto a pobres y ricos, reyes, fue un suceso que hasta hoy se transmite como «apocalíptico».
Fueron los bacteriólogos Kitasato y Yersin quienes descubrieron el origen de la peste el cual se encontraba en la bacteria Yersina Pestis. Esta afectaba a las ratas negras y a otros roedores. Se transmitía a través de parásitos que vivían en eso animales, en especial las pulgas, pues estas inoculaban el bacilo a los humanos con su picadura.
Esta bacteria afecta a seres humanos y también a otros mamíferos. Si alguien se contagia de esta enfermedad y no se trata a tiempo puede causar síntomas muy graves, e incluso puede causar la muerte.
La peste bubónica se puede transmitir por la picadura de pulga infectada, por contacto con tejidos o fluidos de un animal contaminado, y por gotículas infectadas. Algunos síntomas que se presentan son la fiebre, dolor de cabeza, escalofríos, debilidad y algún tipo de inflación en los nodos linfáticos.
Creíamos que la peste bubónica había quedado en el pasado, pero en días recientes el gobierno chino confirmo un caso en su país. Esto resulto alarmante, pues nos pone a pensar en el posible inicio de una nueva epidemia, y aún no terminamos con el COVID-19. Sin embargo, hasta ahora la OMS no ha dicho nada con respecto a qué exista riesgo de otra pandemia; por ahora solo es un caso confirmado.
A diferencia del siglo XIV, actualmente se conoce cómo actúa la enfermedad y existe posibilidad de cura, pues gracias a los avances de la ciencia ahora ya contamos con medicamentos que pueden combatirla.