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¿Qué quieres ser cuando seas grande? Feliz

Tony Hawk

Tony Hawk

feliz

Lo que debería ser la respuesta lógica a esa pregunta que a todos nos han formulado en multitud de ocasiones es, sin embargo, poco habitual. El hecho de ser feliz parece que esté implícito en el desarrollo vital de los seres humanos pero ¿es así?

Este es el tema central de una popular charla de TEDx impartida por Logan Laplante, un joven de tan sólo 13 años que, en poco más de diez minutos, ofrece toda una lección de sabiduría y convicción. Laplante es otro ejemplo de cómo  se puede  y se deben tomar las riendas del propio destino. Sus padres decidieron apartarlo del sistema educativo convencional y ofrecerle un tipo de educación de la que él también es responsable. Una educación que fomenta la formación emocional y la creatividad como elementos tan importantes o más que la formación académica.

Logan se pregunta por qué no hay más niños como él. Seguramente sí que los hay pero no todos pueden acceder a las herramientas de desarrollo personal de las que dispone este norteamericano de 13 años. Por suerte, este tipo de educación emocional y creativa se está haciendo poco a poco más popular. La revolución de internet abre múltiples posibilidades, acceso a otras maneras de educar y a ejemplos de éxito como el de Logan: un niño feliz cuyo objetivo es seguir siéndolo.

La educación emocional se descuida en el sistema educativo convencional; se ignora a menudo aquello que hace feliz al niño, al futuro adulto. Recuerdo ejemplos como el de Tony Hawk, probablemente el mejor skateboarder de la historia. En una entrevista de hace muchos años recordaba lo duro que había sido convencer al mundo de que podía ser skater; que se podía dedicar exclusivamente a aquello que le hacía feliz. Hiperactivo y según el psicólogo “una mente adulta atrapada en un cuerpo de niño”, a los 9 años recibió su primera tabla y supo que eso era lo que quería hacer. Y lo sigue haciendo a los 45 años pese a todas las burlas y adversidades.

Ocurre con otras profesiones que hace apenas unos años no se consideraban como tal. No todo el mundo quiere ser ingeniero, médico o futbolista. Hay que apoyar a aquellos que deseen dedicarse a estas profesiones más convencionales pero hay que ofrecer el mismo apoyo a quienes deciden tomar otro camino.

Pensemos en los amantes de los videojuegos, jugadores profesionales, o los del mundo del poker. Lo que se entendía como ocio está empezando a verse como una forma de vida. De nuevo internet permite romper tópicos y crear perfiles distintos de jugadores. En realidad, jugar no es sino aprender, descubrir, experimentar. ¿Por qué dejar de hacerlo cuando se es adulto?

Un jugador de poker, por ejemplo, igual que un skater, no se hace de la nada. Hoy en día, un amante de los naipes puede practicar en plataformas digitales, lo mismo que Hawk pasó horas y horas de su infancia y adolescencia subido a un monopatín. Horas de diversión pero también de formación. Son dos conceptos que no tienen por qué estar reñidos, aunque a menudo sí lo estén en la educación tradicional. Por suerte, cada vez hay más individuos que toman las riendas de su educación, que desafían las convenciones con un único objetivo: ser feliz.

Del mismo modo que no se consideraba que el juego o determinados deportes pudieran ser una profesión, también hay que atender a aquellos niños cuyas habilidades e intereses se dirigen a disciplinas que se suponen de adultos. Puede haber niños científicos, escritores, cocineros o auténticos “coaches”, como Logan Laplante, quien nos regala auténticas lecciones sobre desarrollo personal sin dejar de ser simplemente un niño normal.

Hay que escuchar más a los niños, hay que recordar que ellos también tienen su propia voz y hay que ayudarles a encontrar aquello que les hace felices y a que no se olviden de seguir siéndolo.